Obviamente, toda cosa experimentada es una experiencia. Y en toda experiencia surge el experimentador de ella.
La memoria crea la ilusión de la continuidad. En realidad cada experiencia tiene su propio experimentador y la sensación de identidad se debe al factor común en la raíz de todas las relaciones experimentador-experiencia.
Identidad y continuidad no son lo mismo. De la misma manera que cada flor tiene su propio color, aunque todos los colores son causados por la misma luz, así muchos experimentadores aparecen en la presenciación indivisa e indivisible, cada uno separado en la memoria, idéntico en la esencia. Esta esencia es la raíz, el fundamento, la «posibilidad» atemporal y aespacial de toda experiencia.
Sri Nisargadatta Maharaj, “Yo soy Eso”