MINDFULNESS HOY SI FUNCIONA. TAL COMO ESTA FOTO INDICA, NO ES POR LOS ESTUDIOS, NI POR LA TRADICION, NI POR LO CONVENCIDOS QUE ESTEMOS, NI POR LO BIEN QUE HABLEMOS DE ESTA VIA, NI POR MUCHO QUE NOS GUSTE. SE DEBE, SIMPLEMENTE, A LA PUESTA EN PRACTICA DE FORMA DOBLE DEL fundamento que sostiene este edificio de mindfulness que trata de…
Esto trata del arte de Darse Cuenta. Dicho así parece algo sencillo, porque uno cree darse cuenta de todo. Sin embargo de lo que no nos damos cuenta… no nos damos cuenta y pueden pasar años sin percatarnos de lo que por visible que parezca algo estaba antes oculto a nuestro entender.
Es común que muchos practicantes de Mindfulness, enfocan más la atención y el entrenamiento en los aspectos agradables, relajantes, anti-stress y de bienestar que en la claridad, discernimiento, apertura y profundidad de la mente. Ambos lados son imprescindibles y caras de una misma moneda. Necesitamos vivenciar estados que nos enseñan que es posible sentir, emocionarse y pensar desde un lugar propio y genuino, tanto como establecer realizaciones prácticas que transformen nuestro enfoque y conceptos sobre la vida, la sociedad, los otros y uno.
Si enfatizamos sólo el primer aspecto, la práctica, por agradable que resulte, no permite transformación y discernimiento.
Esta visión doble, se experimenta ante la frustración y dualidad que un buen practicante experimenta, al darse cuenta (¡darse cuenta!) que se encuentra muy bien en una sentada, en un retiro, en una práctica, pero regular e incluso fatal en el trabajo, con la pareja, los hijos o la sociedad. Aún no ha aprendido a integrar en lo cotidiano, que suena sencillo y comercial… pero que exige una maestría auténtica.
Una tendencia ante esta dualidad es enfatizar aún más la práctica y el bienestar asociado a la misma… para así, sin darse cuenta (¡darse cuenta!) separar más los dos polos. El proceso puede ser adictivo y nos encontramos incluso con defensores de una pasividad social, de un “todo está bien”, de un nihilismo poco humano y de una des-personalización del individuo, a veces, imbuida de frases orientales de vacuidad, bajo la cual si nos damos cuenta (¡darse cuenta!) el practicante se aisla de todo y cree estar muy bien… porque ni siente ni padece. En esta dirección a veces uno acaba convertido en guru de masas y con seguidores despersonalizados pero “especiales”.
La otra tendencia es la reducción paulatina de la práctica, el compromiso, las ganas y la confianza. Se empieza fuerte y como un fuelle, en dos soplidos se va todo. Acá lo cotidiano, con sus locuras, idas y venidas, empuja tan fuerte, engancha tanto a la mente, que la propia mente nos dice, ahora no, esto no sirve, o el conocido “esto lo haré super bien el año que viene”.
Lo habitual es no darse cuenta (¡darse cuenta!) de estas dos tendencias extremas en las que o nos ausentamos de la vida y los demás bajo el paraguas del “todo está bien” o nos ausentamos de la práctica bajo el lema de “ya lo haré, ahora estoy superado”. Los que alguna vez se han dado cuenta de esto (¡darse cuenta!), han sido practicantes, no autodidactas ni mezcladores de sincretismos modernos, sino buscadores comprometidos con el darse cuenta en vida, en primera persona, de como funciona la mente humana.
Por eso recomendamos y enfatizamos, el ejercicio, de un minuto de duración, de autoobservación analítica de la propia práctica y su relación con lo cotidiano. En esa ficha que incluimos como colofón y guinda al final de cada curso integramos las cualidades que entrenamos en el día a día y por las que merece la pena vivir desde un estado más ecuánime, más sabio, más autentico y más vivo, mucho más vivo.
Es eso, lo que un alumno me enseñó el otro día: el cuaderno vivo no sólo de sus prácticas sino de su inmersión en el día a día. Debo decir que me produjo una enorme alegría. La realdad es que el tiempo requerido para ese cuaderno durante seis meses es de 1 minuto x 30 días x 6 meses = 180 minutos.
En tal sólo 3 horas durante 6 meses para saber cómo está practicando y hacia donde, más 30 minutos conmigo para alguna duda y avance, ha conseguido más que en 10 años de práctica correcta pero sin rumbo, sin orientación, sin sugerencias… sin darse cuenta (¡darse cuenta!).
Después de casi 30 años de búsqueda, un día me di cuenta (¡darse cuenta!), que o introducimos despertadores en la vida, o seguiremos profundamente dormidos, aunque soñemos que meditamos en paz o soñemos que somos espirituales o soñemos que somos todo amor o soñemos que esto no funciona y sintamos, como buen sueño, un acurrucamiento en este caso sospechoso.
Darse cuenta, a través de una sencilla ficha (¡darse cuenta!) en 180 minutos para conocerte como nunca.
Nunca tan poco sirvió para tanto. Así sí funciona.
By Jose Sánchez