En mi niñez soñaba con ir a la selva, soñaba con “salvar el amazonas”. Varios años más tarde, después de cursar Biología y titularme como educadora ambiental, la vida me ofreció el pasaporte para realizar mi sueño, un trabajo en Bolivia. Allí conocí a una de las personas más importantes de mi vida, porque sin darme cuenta cambio mi rumbo, haciendo que tomara consciencia de mí y de mi ser más profundo; ella era una abuelita sabia, una curandera, que me irradió con su amor hacia las plantas. Entonces me dí cuenta que en realidad en vez de salvar la selva, “la selva me salvaba a mí”.
A mi vuelta, la vida me ofreció otro aprendizaje, ya que el choque cultural que sentí me hizo indagar en terapias para encontrar la serenidad. Y así encontré la práctica del Yoga 7 y del Reiki, con las que sigo indagando, experimentando y, sobre todo, disfrutando.
A través de un estudio científico, un doctorado en etnobotánica, realicé otro de los sueños de mi vida: recopilar el conocimiento tradicional sobre las plantas medicinales en mi tierra. Me encontré con sabios y sabias, personas sencillas que aman la naturaleza y que me enseñaron con todo su cariño. Con esta experiencia no solo aprendí de plantas y de ciencia, aprendí que soy el eslabón de una cadena: la cadena del conocimiento ancestral sobre las plantas.
Y con todo ello preparo mis talleres sobre plantas: una gran dosis de amor por la tierra, las personas, las plantas…y los duendes que viven en ellas. Y así disfruto la vida, aunque ya no necesito soñar, prefiero vivir el presente.
En primavera, taller de plantas medicinales….en Centro Dekilibre.
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