Por Paco Ladera
Zhang Zai, con su visión del Qi como unidad fundamental del universo, nos ofrece una perspectiva en la que la Medicina Tradicional China (MTC) no solo trata enfermedades, sino que busca restaurar la armonía entre el individuo y el Dao, entendido aquí como la gran corriente de la existencia. En este sentido, el principio humanista de la MTC no radica solo en curar, sino en transformar al ser humano dentro de su contexto vital.
Como afirmó Zhang Zai en su Zheng Meng (Rectificando la Ignorancia), Capítulo 1:
乾称父 坤称母 人其天地之德气也
“El Cielo es el padre, la Tierra es la madre; el ser humano es la manifestación del Qi virtuoso de ambos.”
Siguiendo esta enseñanza, la MTC no solo busca tratar el cuerpo físico, sino reestablecer la relación del ser humano con su propia naturaleza, energía y conciencia. Este enfoque ha influenciado a los médicos clásicos de la MTC, quienes veían la curación como un proceso que abarcaba lo físico, lo emocional y lo existencial.
1. La Medicina como Arte de la Humanización: Sun Simiao y la Compasión Médica
Sun Simiao, en su obra Qian Jin Yao Fang (Prescripciones de Mil Onzas de Oro, Prefacio), planteó:
大医精诚 见病若见己亲
“El gran médico debe poseer perfección y sinceridad; debe ver en el enfermo a su propio pariente.”
Aquí, la medicina no se reduce a un acto técnico, sino a un acto de humanidad y compasión. Un médico que sigue la filosofía de Zhang Zai entiende que su labor no es solo restaurar el Qi, sino acompañar al paciente en su regreso a su estado original de equilibrio.
Sun Simiao, en su Qian Jin Yao Fang, al afirmar que “el gran médico debe poseer perfección y sinceridad; debe ver en el enfermo a su propio pariente”, no se refiere simplemente a un ideal moralista, sino a una comprensión profunda de la práctica médica como un acto de reconexión con la esencia humana. La medicina, vista a través de esta lente, no es solo el conocimiento de puntos de acupuntura, hierbas o diagnósticos diferenciales; es el acto de comprender al otro desde su totalidad, como si fuera uno mismo.
Cuando Sun Simiao habla de “perfección y sinceridad” (精诚, jīngchéng), está señalando dos niveles de compromiso. El primero, 精 (jīng), implica una maestría cultivada a través del estudio y la práctica; no basta con una intención bondadosa si no se domina la técnica. El segundo, 诚 (chéng), apunta a la pureza del corazón, a la entrega honesta y desinteresada del médico hacia su paciente. No es simplemente tratar una dolencia, sino entrar en el mundo del enfermo, comprender su sufrimiento sin barreras, sin distanciamiento, y desde ahí, ofrecer tratamiento. En este sentido, la medicina se convierte en un camino de transformación para ambos, tanto para el paciente como para el médico.
Un médico no ve su labor únicamente como la restauración del Qi dentro del cuerpo, sino como la restauración del paciente dentro de la armonía universal. La enfermedad, en esta visión, no es un evento aislado, sino una manifestación de la desconexión del individuo consigo mismo, con los demás y con el mundo. El médico, entonces, no es un reparador, sino un guía que acompaña al paciente en su regreso a su propio eje.
Este enfoque transforma la relación médico-paciente. En lugar de una dinámica donde el médico “posee el conocimiento” y el paciente es un receptor pasivo, se convierte en un proceso en el que ambos participan activamente en el restablecimiento del equilibrio. Aquí resuena lo que menciona Huangfu Mi en el “Zhen Jiu Jia Yi Jing” cuando dice:
察病者 察其本 医者 察其心
“El que examina una enfermedad, debe examinar su raíz; el médico, debe examinar el corazón.”
El diagnóstico, entonces, no es solo la observación de síntomas físicos, sino la lectura profunda de la vida del paciente. ¿Cómo respira? ¿Cómo se mueve? ¿Qué historia carga en su cuerpo? ¿Qué emociones han enraizado en sus órganos? Esta percepción solo puede surgir si el médico, como señala Sun Simiao, ve al paciente como a su propio pariente, es decir, si su mirada no es la de un observador externo, sino la de alguien que participa desde la compasión y la comprensión.
Sun Simiao no solo plantea un ideal ético, sino una vía de cultivo personal. El médico que realmente encarna este principio no solo cura, sino que transforma su propia práctica en un camino de refinamiento interno. Aquí entra en juego el concepto de Yi (意, intención y dirección de la conciencia). Si el médico trata a un paciente con indiferencia, con la mente dispersa o desde el simple automatismo técnico, la resonancia del tratamiento será menor. En cambio, si lo hace con presencia total, con una intención sincera y clara, el Qi del paciente responde de manera diferente.
Esto está enraizado en la relación entre Shen (神, la conciencia del Corazón) y Qi (气, la fuerza vital). Como menciona Zhang Zhongjing en el “Shanghan Lun”:
神不安 则气不行 气不行 则百病生
“Si el Shen no está en paz, el Qi no fluye; si el Qi no fluye, todas las enfermedades surgen.”
El médico no solo prescribe tratamientos, sino que cultiva un estado interno de quietud y claridad que influye en el paciente. Este principio es la base de muchas escuelas médicas tradicionales, que enseñaban a los discípulos a afinar su propia energía antes de tratar a otros. El estado del médico afecta el resultado del tratamiento.
Por eso, antes de insertar una aguja, antes de recomendar una fórmula, el médico debe primero regular su propio Qi, estabilizar su intención y entrar en un estado de sincera presencia. Solo desde ahí puede responder de manera adecuada a la condición del paciente.
El enfoque humanista de la medicina tradicional china nos recuerda que la curación no es un acto mecánico, sino un acto de comunicación con el Qi del paciente. Un médico puede saber todos los puntos de acupuntura, todas las fórmulas herbales, pero si no desarrolla escucha, percepción y una conexión real con el paciente, su tratamiento será limitado.
Aquí resuena lo que dice Ge Hong en el “Baopuzi”:
善医者 得气之机 不得气之机 非医也
“El buen médico capta el mecanismo del Qi; quien no capta el mecanismo del Qi, no es médico.”
La gran enseñanza de Sun Simiao, entonces, es esta: la medicina es un acto de humanidad, y la humanidad es la medicina más poderosa. Un médico que ve en el paciente a su propio pariente, no solo lo trata, sino que lo acompaña en su retorno a su propia armonía.
2. Restaurar la Conexión entre el Individuo y el Qi del Universo: Zhang Zhongjing y la Naturaleza del Qi en la Vida
Zhang Zhongjing, en el Shānghán Zábìng Lùn (Tratado sobre las Enfermedades por Frío, Prefacio), menciona:
人之所生 气血也 气血者 天地之气所化也
“El ser humano nace del Qi y la Sangre; y estos son transformaciones del Qi del Cielo y la Tierra.”
El sufrimiento humano no es solo un desbalance interno, sino una desconexión con la totalidad. La enfermedad es un síntoma de una separación entre el Qi individual y el Qi universal. La labor del médico, según este principio humanista, es restaurar esa conexión, ayudando al paciente no solo a sanar su cuerpo, sino a comprenderse en su totalidad.
Zhang Zhongjing nos recuerda, con la claridad de sus escritos, que el Qi y la Sangre no son elementos aislados dentro del cuerpo humano, sino manifestaciones de una dinámica mayor, un flujo continuo que nos vincula con el Cielo y la Tierra. Cuando dice que “el ser humano nace del Qi y la Sangre, y estos son transformaciones del Qi del Cielo y la Tierra”, no está haciendo una afirmación puramente fisiológica, sino señalando una realidad más profunda sobre la existencia misma.
La vida humana, según esta visión, no surge en el vacío ni se sostiene en el aislamiento. Cada inspiración es un eco del movimiento del viento en la naturaleza; cada latido del corazón resuena con los ritmos del cosmos. Sin embargo, la enfermedad aparece cuando el individuo se separa de esta totalidad, cuando su Qi deja de responder a los cambios naturales o cuando la Sangre ya no nutre adecuadamente su existencia. En este sentido, el sufrimiento no es únicamente un trastorno interno, sino la señal de una pérdida de sintonía con el flujo universal.
Desde la perspectiva de Zhang Zhongjing, un paciente no es simplemente un cuerpo con síntomas, sino una historia interrumpida, un flujo de Qi que ha perdido su curso natural. A menudo, los médicos buscan equilibrar el Qi o tonificar la Sangre sin preguntarse qué ha causado la ruptura en la conexión del individuo con la vida. Pero si el Qi del Cielo y la Tierra fluye constantemente, ¿por qué se corta en el cuerpo humano? ¿Por qué la enfermedad encuentra un espacio para instalarse?
Huangfu Mi, en el Zhen Jiu Jia Yi Jing, lo explica de manera precisa:
气者 随道而行 离道则结
“El Qi sigue su curso natural; si se desvía del Dao, se estanca.”
Esto nos muestra que la enfermedad no es solo un “mal funcionamiento” del cuerpo, sino un síntoma de un alejamiento del camino natural. Un paciente con depresión no sufre solo por un desbalance de Qi de Hígado; su sufrimiento es también la manifestación de una desconexión más profunda con el sentido de su propia vida. Un paciente con fatiga extrema no padece únicamente una insuficiencia de Bazo o Riñón; muchas veces su agotamiento es el reflejo de un Qi que ya no encuentra propósito, que ya no circula con la vitalidad de antes.
Si la enfermedad es un alejamiento del Qi universal, la curación no puede limitarse solo a reactivar funciones biológicas. El médico, según este principio, no es solo un restaurador de equilibrio, sino alguien que ayuda al paciente a reinsertarse en la corriente de la vida. La labor no es simplemente eliminar síntomas, sino reconectar a la persona con su propia energía vital y con la totalidad de la que forma parte.
Aquí es donde entra en juego la sensibilidad clínica. Cada persona trae consigo su propio patrón de desconexión, su propia manera de haberse separado del flujo natural. Algunos han acumulado tensiones que impiden el libre movimiento de su Qi; otros han perdido la voluntad de nutrir su propio Jing, dejando que su vitalidad se apague lentamente. En cada caso, la pregunta no es solo qué falta o qué sobra en su organismo, sino qué ha hecho que su Qi deje de responder a la vida con plenitud.
En el Shanghan Lun, Zhang Zhongjing menciona:
虚者 不独补 必使其得气
“A los que están vacíos, no basta con tonificarlos; es necesario que recuperen su Qi.”
Este es un punto crucial. Muchas veces los tratamientos buscan simplemente llenar un vacío —tonificar Riñón, fortalecer Bazo, reforzar Pulmón— sin darse cuenta de que lo que necesita el paciente no es solo más energía, sino recuperar la conexión con la fuente de esa energía. Es por eso que, aunque la acupuntura y la medicina herbal puedan restaurar funciones fisiológicas, la verdadera curación ocurre cuando el individuo vuelve a sentir que pertenece a algo más grande que su propia dolencia.
El desafío del médico no es simplemente aliviar un síntoma, sino devolver al paciente su capacidad de estar en armonía con su propio Qi y con el Qi del mundo. Esto requiere no solo precisión técnica, sino una profunda comprensión de la naturaleza de la vida y la transformación. La medicina, en esta perspectiva, no es solo una ciencia de la salud, sino un arte de la reinserción en el flujo del Qi universal.
Como menciona Ge Hong en el “Baopuzi”:
治病者 察阴阳之交 救人者 合天地之气
“El que trata la enfermedad, debe observar la interacción del Yin y el Yang; el que salva al ser humano, debe unirlo nuevamente al Qi del Cielo y la Tierra.”
Cuando un médico logra esto, su tratamiento deja de ser solo una técnica y se convierte en un puente de regreso al equilibrio profundo. La enfermedad, entonces, no se ve como un simple obstáculo, sino como una señal que indica dónde el Qi se ha fragmentado, dónde la vida ha dejado de fluir con naturalidad. Si seguimos la enseñanza de Zhang Zhongjing, entenderemos que el sufrimiento no es solo una insuficiencia o un exceso, sino la expresión de una pérdida de conexión con el movimiento natural del Qi. Y esto nos lleva a una verdad fundamental en la medicina china: curar no es solo restaurar funciones orgánicas, sino ayudar al paciente a recordar su propio ritmo dentro del gran flujo del Cielo y la Tierra.
Sun Simiao lo resume en una sola frase en el Qian Jin Yao Fang:
医道者 非术也 乃顺天之行也
“El arte de la medicina no es solo una técnica; es seguir el camino del Cielo.”
Y esto es lo que hace un verdadero médico: no solo tratar la enfermedad, sino reintegrar a la persona en el movimiento de la vida misma.
3. La Propuesta de la Tríada Humanista en Acupuntura
Si queremos reflejar esta visión humanista en una práctica concreta de acupuntura, debemos seleccionar tres puntos que reconecten al individuo consigo mismo, con la naturaleza y con su camino de vida.
Tríada Humanista: 4DM (Mingmen), 17RM (Shanzhong) y 36E (Zusanli)
4DM (命门, Mingmen – Puerta de la Vida): Conectar con el Fundamento Vital
Representa el origen del Qi, la chispa de la vida.
Enraíza al individuo en su esencia y potencial interno.
(Sun Simiao, “Bei Ji Qian Jin Yao Fang”, Capítulo Final sobre la Ética Médica).
Restaura la fuerza vital que conecta al ser humano con su camino de vida.
Huangfu Mi en el “Zhen Jiu Jia Yi Jing” (Capítulo 12 sobre Yuan Qi) dice:
命门为生气之本 保之则寿 伤之则夭
“Mingmen es la raíz del Qi vital; protegerlo lleva a la longevidad, dañarlo conduce a la decadencia.”
17RM (膻中, Shanzhong – Centro del Pecho) → Expansión y Conexión con los Otros
Actúa sobre el Qi del Corazón y el Pulmón, abriendo la capacidad de relacionarnos con los demás.
Fortalece el compromiso emocional y social del individuo.
Sun Simiao en el “Qian Jin Yao Fang” (Capítulo 7 sobre Qi del Pecho) menciona:
膻中者 神明之府 宜清畅而不滞
“Shanzhong es la morada del Shen luminoso, debe mantenerse claro y libre de estancamiento.”
36E (足三里, Zusanli – Tres Distancias del Pie) → Arraigo y Capacidad de Actuar
Representa la acción concreta, el arraigo en la Tierra, la energía para caminar la vida.
Restaura la vitalidad del Bazo y Estómago, ayudando a transformar la energía en movimiento.
Zhang Zhongjing en el “Shanghan Lun” (Capítulo 14 sobre Qi del Bazo y Estómago) menciona:
脾胃者 人身之本 三里者 行气生化之要穴
“El Bazo y el Estómago son la base del cuerpo humano; Zusanli es el punto esencial para mover el Qi y generar transformación.”
Si seguimos la enseñanza de Zhang Zai y la de los grandes médicos chinos, entendemos que sanar no es solo eliminar síntomas, sino devolver al ser humano su capacidad de estar en armonía con el mundo. La tríada 4DM (Mingmen) – 17RM (Shanzhong) – 36E (Zusanli) es una combinación que honra este principio, pues:
Mingmen devuelve la fuerza vital original.
Shanzhong abre el corazón y la conexión con los demás.
Zusanli proporciona la fuerza para caminar su destino.
Este es el verdadero propósito de la Medicina Tradicional China:
医者 既济人之疾 亦济人之命
“El médico no solo alivia la enfermedad, sino que ayuda a completar el destino del ser humano.”