En la más profunda arteria del ser humano late una nostalgia: en su inconsciente resuena aún la música callada de su origen olvidado; y la añora, aunque también la rechaza. Esa es su tragedia. Y esa es, también, la razón de que siempre se halle activo, buscando a tientas eso que intuye; eso que le atrae y que a la vez censura. Y así vive -si a eso puede llamarse vida-, extravertido y de espaldas a su Verdadera Naturaleza. (…)
(…) La intuición de ser acecha a todo buscador que huye de ese suicidio colectivo llamado sentido común y acaba constatando de qué manera el mismo buscador es capaz de convertirse en lo buscado, adoptando -como señala un famoso koan Zen- el rostro que tú tenías antes de que tus padres nacieran.
RAFAEL REDONDO BARBA- el sonido del silencio-
Directora Fundación Transpersonal